“gourmet”
“delicatesen” “ecológico”… pero la cuestión es saber si somos capaces de
diferenciar todos estos adjetivos en un producto cuando lo probamos y si no
estaremos demasiado manipulados con todos estos nuevos “afluentes” conceptuales
que nos bombardean continuamente. ¿será postureo?. El artículo original escrito
por Jorge Benítez es muy interesante y por ello saco algunos fragmentos de ello
añadiendo comentarios propios.
Un estudio reciente publicado en EEUU recoge interesantes conclusiones
sobre lo que realmente influye en nuestra opinión cuando comemos y, al
contrario de lo que podemos pensar, el sabor no es el factor más determinante.
Somos presas de la dictadura de la moda alimenticia.
Hace tiempo, que para hacernos los interesantes en una cena, era suficiente
con elegir un restaurante de moda, probar un vino, hablar sobre las críticas
del restaurante como si fuera algo habitual en nuestra vida cotidiana…. El
experimento se realizó en una cata carnívora llevada a cabo por 146
universitarios. Los participantes probaron diferentes tipos de carne, unos
etiquetados como procedentes de una granja industrial en la que se maltrata a
los animales y el resto de una explotación ganadera donde son tratados con
humanidad. En realidad, la carne era la misma pero las etiquetas eran falsas.
La gran mayoría de los participantes, juzgaron aspectos como apariencia,
sabor, olor… más positivamente a la carne con sello de bienestar animal.
“Nuestro cerebro construye nuestra experiencia vital”, explica por email el
profesor Eric Anderson, uno de los autores de la investigación, desde la
Universidad Tufts de Massachusetts. “Esta no se rige exclusivamente por la
experiencia física de ingerir un alimento. El comportamiento es moldeado por
las creencias, las experiencias afectivas y hasta propiedades sensitivas como
el sabor o el punto de sal del alimento. Así que nuestra opinión está influida
por lo que podríamos denominar realismo emocional.
Julián López, profesor de Antropología en la UNED, considera que “los
medios de comunicación, los lobbies de la industria alimentaria y los
activistas pueden orientar los gustos de una sociedad. Es la presión cultural y
ésta sufre muchas variaciones a lo largo de los años”.
Las sociedades ricas donde el hambre es un mal recuerdo y se rinde culto al
exceso, la percepción de los alimentos no es valorada exclusivamente por las
papilas gustativas. El sabor no importa tanto.
En 2012, la Universidad Politécnica de Valencia en colaboración con la
Universidad de Oxford el King’s College
de Londres, analizó como afectaban al
comensal ciertos valores externos a la hora de valorar un plato. La
investigación consistía en dar a probar un yogur con diferentes cucharas
(materiales). La mayoría de los consumidores, sin saber que se trataba del
mismo yogur, opinaron que la muestra tomada con cuchara de metal era de mayor
calidad. Dieron a probar una mousse de fresa que fue mejor valorada la servida
en un plato blanco que uno negro.
Así que, recordar, el filete con patatas no es solamente el menú que vamos
a degustar hoy, es un ejercicio dialéctico.
Montserrat A
Snobbery of the
"gourmet"
We are all more familiar with the
"gourmet" concept "delicatesen" "ecological" ...
but the question is whether we are able to differentiate all these adjectives
in a product when we try and if we will not be too manipulated with all these
new "tributaries" Concepts that continually bombard us. Will it be
postureo ?. The original article written by Jorge Benítez is very interesting
and for that reason I extract some fragments of it adding own comments.
A recent study published in the United States
gathers interesting conclusions about what really influences our opinion when
we eat and, contrary to what we can think, taste is not the most determining
factor. We are prey to the dictatorship of food fashion.
Long ago, to make us interesting in a dinner,
it was enough to choose a trendy restaurant, try a wine, talk about the
restaurant's criticism as if it were something habitual in our daily life ....
The experiment was conducted in a carnivorous tasting conducted by 146
university students. Participants tested different types of meat, some labeled
as coming from an industrial farm where animals are mistreated and the rest of
a livestock farm where they are treated with humanity. Actually, the meat was
the same but the labels were fake.
The vast majority of participants judged
aspects such as appearance, taste, smell ... more positively to meat with
animal welfare seal.
"Our brain builds our life
experience," Professor Eric Anderson, one of the authors of the research,
explains by e-mail from Massachusetts Tufts University. "This is not
governed exclusively by the physical experience of ingesting a food. Behavior
is shaped by beliefs, affective experiences and even sensory properties such as
the taste or the point of salt of the food. So our opinion is influenced by
what we might call emotional realism.
Julián López, professor of anthropology at the UNED,
believes that "the media, lobbies of the food industry and activists can
guide the tastes of a society. It is cultural pressure and it undergoes many
variations over the years. "
Societies rich where hunger is a bad memory and
is worshiped excess, the perception of food is not valued exclusively by taste
buds. The taste does not matter so much.
In 2012, the Universidad Politécnica de
Valencia, in collaboration with the University of Oxford, King's College
London, analyzed how they affected the diner certain external values when
assessing a plate. The research consisted of giving a yogurt test with
different spoons (materials). The majority of consumers, not knowing that it
was the same yogurt, thought that the sample taken with metal spoon was of higher
quality. They gave to try a strawberry mousse that was valued better served on
a white plate than a black one.
So, remember, steak with potatoes is not only
the menu that we are going to taste today, it is a dialectical exercise.
Montserrat A
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